El diario de viaje de Fito Páez

Para muchos no es extraño ver a Fito Páez en Colombia. Es más, algunos ya se sienten molestos por la visita constante del cantante argentino que no pasa año sin asistir a nuestro país. Sin embargo quiérase o no, Fito es un icono de la música argentina, del rock latinoamericano, de una generación que cantó a grito herido mariposa tecnicolor y entendió la vida a través de al lado del camino, mientras se hundía en las tumbas de la gloria y sentía lástima por una sociedad a la cual siempre quisieron ofrecerle el corazón.

Esta vez no hablamos de una gira-aunque hay una pendiente- sino de la presentación de su último libro: diario de viaje. Un libro que habla de los pormenores de sus creaciones, de más de 25 años de carrera artista y de poner la música en los walkmans, en Spotify, en la memoria de muchas generaciones que no pueden pasar por encima de Fito sin decir: “un grande del rock en español”.

Fito y la literatura

Más de setecientas personas estaban haciendo fila a las 5:40 pm. La fila que atravesaba Corferias, no era una cosa extraña en este marco de la Filbo en donde lo único que se hace es fila. De todas formas, todas y cada una de las filas que se realizaron valieron la pena, aunque siempre queda la mala sensación de saber que muchos se quedaron por fuera, que están esperando lo inesperado: la invitación de entrar sin importar que se deban sentar en el piso, quedarse de píe, lo que fuera necesario para ver al personaje aclamado. La prensa estaba reunida a la espera de Fito Páez que no salió al escenario en la hora acordada, no por culpa de él, sino por procesos de organización. Alto, de cabellos negros adornados por hilos blancos que cargan el peso de una vida entre alocada y brillante en frente de los teclados y los micrófonos. Se sentó después de una gran ovación al lado de Jaime Andrés Monsalve, un experto en música de la Radio Nacional de Colombia. El conversatorio que pasó entre aplausos y gritos, a risas y comentarios jocosos que solo Fito le puede brindar a sus seguidores, a los amantes de una música que cambió mentalidades en el continente.

Hablar de diarios de viaje es hablar de una historia musical, de una parte del secreto de sus canciones, de anécdotas que junto a Charly, Spinetta, Cerati y otros artistas, fueron fundamentales para que él fuera el músico que es ahora. Sobre el libro comentó Fito: “Empecé a escribir sin orden, cualquier día a cualquier hora, luego de un tiempo reuní todo eso y me pareció que había algo, un nuevo libro”. Es que con su última novela: Puta diabla, Fito Páez se lanzaba al mundo de la escritura de largo aliento, ya no era escribir canciones de tres o cinco minutos, era construir una historia, con un interés preciso y una línea que mostrara una coherencia casi perfecta. “Me aburre la vida de los escritores, la literatura es para jugar”. Fito que no comparte la vida del escritor, esa vieja concepción en donde el escritor encerrado construye sus historias y es un hombre aburrido, negado a una vida social, alejado de toda perturbación. Para Fito escribir es un acto muy serio pero también, de diversión, un espacio en donde entra el mundo, tú mundo. “Mi asunto de escritura tal vez fue personal, escribir fue un asunto de las tripas en donde quería contar algo, en donde debía contar algo”.

Para la escritura de este libro que es el día a día de una gira, de una historia de vida musical y personal en donde no se escapa detalle de lo que fue la vida de Fito antes y después de las grandes canciones que lo llevaron a un puesto en la historia musical de América latina, “paseé ocho horas de trabajo frente a la escritura”. La relectura de esas hojas que se iban convirtiendo en diario, le dio a Fito la valentía de decir: “No tengo pudor en ser protagonista de esta historia, al fin al cabo soy otro cuando me narro, la vida de otro en este libro”. El músico argentino le apuesta a la sacralización del arte, el arte como una forma de exponer lo que es el hombre, muy al estilo Nietzscheano en donde el arte y nada más el arte, es el verdadero esplendor de la vida.

Es un gran lector, un lector de géneros diversos que pasan desde lo policiaco hasta los best seller y los grandes de la literatura universal. “son caóticas mis lecturas”. La lectura de Dostoievski, Stendhal, Andrés Caicedo y Fernando Vallejo a quien catalogó como un escritor muy chistoso, muy real, muy visceral. La literatura es para jugar dijo Fito, pero también es un asunto policiaco, un ejercicio en donde debes descubrir que te propone la escritura, que te propone esa hoja en blanco y para dónde va todo eso que quieres contar.

Los personajes de su novela y de su diario son caóticos, son atrevidos y están llenos de miedos y grandes esperanzas. El diario de viaje no es más que un espacio en donde Fito se representa en los mejores y peores días de su vida.     

Algo de música

El teclado que ubicado a la parte izquierda del escenario, esperaba por un Fito que no podía –y él lo sabía bien- pasar por la Filbo sin interpretar algunas canciones, no importaban cuales fueran, lo importante era que cantara y así lo pedía la gente que de vez en vez, gritaban desde diferentes puntos del auditorio que interpretara uno de sus éxitos. Todo se dio gracias a Charly García, el tema en conversación que Jaime puso sobre la mesa para averiguar una vez más, sobre la importancia del dinosaurio del rock en la vida del rosarino. Se levantó de su silla y se sentó frente al teclado electrónico e interpreto Desarma y sangra. “Charly nos trae música de todos los tiempos. Es el Mozart contemporáneo”. Afirmó con cariño mientras la ráfaga de imágenes del pasado atravesó su cabeza.

Entre una risa y otra, entre Spinetta y Charly, Fito recordó lo importante que fue haberle dicho en su momento a los “gringos”: “También somos américa”. Esto con el fin de entablar y dejar claro que en américa latina había grandes músicos que hacían de la música nacional un himno del continente, que también sabían hacer rock and roll a su manera, pero lo hacían para una generación que la estaba pasando mal.

Fito entonó vengo a ofrecer mi corazón a capela, sentado en la silla mirando para el techo y entonando cada verso de la canción sin desafinar, siguiendo lentamente como si estuviera tocando el piano y entonces, sucedió lo que Fito quiso en el público, generar un momento reflexivo sobre la sociedad y lo importante de pensar que todo no está perdido. Volvieron las risas y las historias, luego, como si el teclado lo llamara, se sentí y leyó unos párrafos de su libro y luego, sus manos entonaron la famosa canción: Mariposa tecnicolor. Todo el auditorio en un unísono la cantaron y cada uno, la llevó a su momento especial, a su instante de vida, a su historia que le hizo recordar que la vida sigue y que siempre hay recuerdos que marcan.

Como si fuera poco, la hija de Fito: Margarita, se sentó e interpretó el piano, una vez más el auditorio enmudeció y luego, estalló en aplausos para la joven hija del rosarino que aprendió el pequeño amor de su padre por la música. El conversatorio terminó con la invitación de viajar, de sumergirse por la vida de Fito y sus conciertos llenos de magia e historias que los fanáticos jamás se hubiesen imaginado. Por ahora no hay interés en trabajar en futuros libros, el rosarino tiene su cabeza en una nueva producción musical, quizás este nuevo proyecto lo mantenga en el nivel que está después de su disco: Rock and roll revolución, un disco que lo hizo volver a sus raíces.

Editor Cultura: Juan Camilo Parra Martinez

Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Santo Tomás, columnista y periodista freenlace. Ha escrito para varios medios de comunicación. Su pasión entre la literatura y el periodismo lo llevó a buscar un punto central en donde la ficción y la realidad se crucen, se toquen pero no se confundan.