El Centro, un corazón vivo por recuperar

Medellín, Villa de Nuestra Señora de Medellín, Ciudad de la Eterna Primavera, es una urbe que se ha transformado en su totalidad en el transcurso de unos 50 años, esto significa que el cambio es una realidad transformadora de estructuras físicas, sociales, y económicas; pues Medellín hoy, es una ciudad diferente, en relación a la que era hace 50 años.

Con la llegada de Federico Gutiérrez a la alcaldía de Medellín; la ciudad empezó a distinguir una nueva forma de gobernar, una forma que va más allá de la sede administrativa de La Alpujarra; y así mismo empezó a comprender el discurso del cambio, el cual no sólo va ligado a la nueva forma de gobernar que trae consigo el burgomaestre, sino que va de la mano a las necesidades propias de la ciudad.

El centro de Medellín, es uno de esos lugares que exige un cambio, que exige un respiro, que exige una recuperación de su tejido; por ello los nuevos propósitos de la actual administración, en cuanto al centro son: conocer, valorar, y sobre todo respetar el espacio público y el patrimonio histórico.

Para poder realizar esta labor, en donde lo que se pretende es darle una nueva vida al corazón de Medellín, Federico Gutiérrez, nombró como Gerente del Centro a la reconocida periodista Pilar Velilla, quien cuenta con una gran experiencia en recuperación de espacios, en sus manos estuvo el proyecto de restructuración del Jardín Botánico y la transformación del Museo de Antioquia. Creo que por su conocimiento, pasión y sobre por el amor que Pilar siente por el centro, fue que Federico decidió encargarle esta tarea a Pilar, y de verdad lo veo como un gran acierto.

Pilar ha sido enfática en decir que su mayor sueño ahora es retornarle al Centro ese valor histórico; que el lugar sea visto de nuevo como la casa de todos, algo en lo que coincidimos, además de considerar el centro como ese corazón vivo de la ciudad, como ese sitio amable del cual todos somos dueños, del cual todos nos debemos apropiar, para darle de esa manera un nuevo aspecto, para re-significarlo.

Para poder desarrollar con éxito esta ardua labor, que hasta ahora está iniciando, es necesario trazar estrategias que vayan más allá del embellecimiento de las fachadas y de la recolección de basura; es necesario reflexionar a conciencia sobre las diferentes realidades que tiene el sector en la actualidad, tales como el comercio formal e informal, la explotación sexual de niños y niñas, la apropiación desmedida del espacio público, la educación, el medio ambiente y la oferta cultural.

La estructura urbana del centro, es decir, todo ese conjunto de calles y avenidas, parques, plazas y demás espacios públicos, son los que hacen del lugar, ese espacio vivo y aleatorio que a todos nos mueve y nos convoca. Es por ello que  los ciudadanos de Medellín, en compañía de la actual administración, debemos emprender una acción conducente a la defensa de ése sistema urbano cuyas estructuras son mucho más profundas; debemos dirigir la acción, a proteger la identidad de los lugares que componen la historia, a la conservación de los espacios públicos, a la construcción de nuevos parques y de nuevos espacios significativos, a la recuperación de la habitabilidad del centro histórico y, en fin, a la construcción de una ciudad culturalmente relevante.

Y es que este trabajo no es sólo de Pilar Velilla con su equipo en la Gerencia del Centro, no, la transformación del centro de Medellín, es un trabajo comunitario, colaborativo y coparticipativo, en donde convergemos todos los habitantes de la ciudad de la eterna primavera. Por ello es importante insistir hasta el cansancio, en la necesidad del análisis sensato de las diferentes realidades del lugar, para que las mismas sean comprendidas y analizadas en debida forma y así favorezcan a toda la ciudad; pues esos resultados hacen parte del conjunto de valoraciones ciudadanas, que son en sí las que construyen ese producto orgánico y cultural que mueve a la ciudad de Medellín.

La ciudad requiere mirar nuevamente al centro, y somos nosotros los ciudadanos, quienes debemos atrevernos a mirar  y a comprender el lugar como ese espacio de ciudad en donde todos convergemos, en donde todos tenemos un punto común para el encuentro con nosotros mismos y con otros; por ello no nos puede dar miedo apropiarnos otra vez de nuestro corazón, porque eso es nuestro centro, nuestro corazón de ciudad.

Carolina Martínez Arenas

Abogada por título, periodista por convicción propia. Gestora cultural, escritora de historias políticamente incorrectas; por lo general siempre estoy de viaje en lugares poco comunes.

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