El Centro no es la comuna 10

El otro día me encontraba en el centro de Medellín, específicamente en La Playa con la Oriental, ahí en donde uno asume que se configuró gran parte de lo que es esta ciudad. Y es cuando pensar en la fundación de Medellín se hace vital, pues no somos una ciudad antigua, en comparación con Cartagena, Bogotá, o Cali; fuimos conformados como paso obligado entre Santa Fé de Antioquia y el Altiplano del Oriente. Pues, nuestra historia y desarrollo, se inscribió en el avance de los procesos de industrialización y desarrollo urbano que marcaron la década de 1930.

El otro día me encontraba en el centro de Medellín, específicamente en La Playa con la Oriental, ahí en donde uno asume que se configuró gran parte de lo que es esta ciudad. Y es cuando pensar en  la fundación de Medellín se hace vital, pues no somos  una ciudad antigua, en comparación con Cartagena, Bogotá, o Cali; fuimos conformados como paso obligado entre Santa Fé de Antioquia y el Altiplano del Oriente. Pues, nuestra  historia y desarrollo, se inscribió en el avance de los procesos de industrialización y desarrollo urbano que marcaron la década de 1930.

 

Las políticas de apertura que priorizaron el crecimiento económico del país, beneficiaron el auge en el proceso colonizador del territorio por diversas poblaciones. Por lo que  la ciudad se preparó para el despegue industrial y procesos  productivos que definieron rutas de comercialización y el establecimiento de la diversidad cultural que, hoy determina lo que somos.

 

De esta forma, y estando allí, en un punto estratégico del centro de Medellín, el panorama en verdad me resultaba caótico, pero no es novedad, pues de las miles de veces que uno tiene que bajar al Centro, es la repetición de una sensación casi histórica. Es que en definitiva, ¡el centro es un caos!,  pues está toda la convergencia de la diversidad, lo que genera  exclusión y un sin número de situaciones  ligadas a un espacio de alta densidad poblacional, pues en el centro circulan al día alrededor de un millón de personas.

 

Recordé lo que un buen amigo me preguntaba en estos días, ¿Dónde queda el centro de uno? En el Ombligo, le respondí, y él me dijo, no Juli, en los genitales. Pues digo hoy, si el Centro de Medellín, son sus genitales, se convirtió en una prostituta, con todo lo que eso implica.

 

Con esto, pensaría uno que el centro de Medellín, es  el  peor lugar para vivir, estar, trabajar, transitar y hasta convivir,  pero díganme si  a la vez  ¿en el centro no está lo bueno?  Si se quiere un rico café, el centro tiene, entre muchos, el Café Botero, que además queda cerca de un maravilloso lugar para contemplar arte,  el Museo de Antioquia; en el salón Versalles en Junín venden una pastelería deliciosa, y queda al lado de un pasaje peatonal en donde músicos callejeros deleitan en verdad; para tomarse una cerveza, hay que ir a Wall Street en el Periodista; o si se quiere bailar salsa, es el Eslabón Prendido, también en el Periodista,  la opción número uno; si se desea una comida rica en Palazzetto D’Italia en la 54 con 43 o bien una cata de vinos en Café Colombo Credenza ; en definitiva, para una película independiente, el cine del Colombo, y para ver una obra de teatro hay al menos ocho sitios reconocidos como opción; y así…,  me quedaría un buen rato relatando porque en el centro ¡está lo bueno!

 

Y entonces ¿cómo es eso de que está lo bueno y a la vez, es un caos? Sí, en nuestro caso, el espacio más importante de la ciudad y en donde se encuentran las mejores cosas, es un caos, lo que se ha vuelto un espacio que genera escozor, temor, angustia, miedo, estrés, y que termina siendo el espacio de unos pocos y no de unos muchos,  al punto de que caminar por el centro genera una sensación de ser foráneo en casa propia.

 

Hablaba con un Colega en estos día que me decía, el problema es que los políticos dicen que no justifica meterle plata al centro porque no se le puede dar tanto presupuesto a una comuna, y he aquí la grave notica, para muchas administraciones, el centro es simplemente la comuna 10. Y hoy quiero estimar que no es así. El centro no es solo una comuna, es el corazón de Medellín.

 

Grandes ciudades en el mundo, que asumimos son reconocidas por su desarrollo urbanístico y su calidad de vida, adjudican al centro un papel vital de las mismas, Buenos Aires, Santiago, París, Londres, entre otras. Pero qué pasa en una ciudad, donde el centro es mirado como una comuna más, estandarizada dentro de un presupuesto participativo. Pasa,  que la ciudad empieza a perder canales de circulación, pues la vida de una ciudad, de esas que uno se sueña, está en el centro.

 

El centro hoy, es uno de los lugares más importantes de Medellín, al punto que, rehabilitar muchas de sus zonas en detrimento, es devolverle la vida la ciudad. El centro es de todos, el centro no es la comuna 10, es ese espacio de confluencia en donde se encuentra la diversidad y debería generar un valor agregado: la inclusión social. Repensar el centro, es repensar el corazón latente de una ciudad que reclama a gritos un cambio. Falta entonces para esto, voluntad política y participación ciudadana, dos cosas que sin duda permitirán repensar esta cuestión.

 

 

 

Juliana Mejía Jiménez

Trabajadora social y Magíster en Estudios Políticos de la Universidad Pontificia Bolivariana – UPB.

Se ha desempeñado como docente universitaria con experiencia por más de 7 años en el área de políticas públicas y bienestar social, Es coordinadora del Observatorio de Educación Superior de Medellín – ODES. Fue fundadora de la Revista de disfunción cultural Cronopio y editora de la sesión de Sociedad, también, se desempeñó como Subsecretaria de transversalización de la Secretaria de las Mujeres de la Alcaldía de Medellín.

Es una apasionada de los temas de identidad de género y diversidad sexual, participando en diferentes escenarios de ciudad que poseen incidencia sociopolítica en el tema.

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