Educación en Derechos Humanos

Me dispuse a escribir esta mi columna semanal para el portal Al Poniente en la Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional de Colombia en la ciudad de Bogotá, después de una charla con uno de los profesores del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Diálogos de Paz creado por la institución como espacio de debate y recomendaciones en torno al actual proceso de paz.

Uno de los temas que abordamos en la conversación fue el de la Educación en Derechos Humanos, lo cual motivó el argumento de la presente columna.

El tema de la Educación en Derechos Humanos es un asunto de gran relevancia en el Siglo XXI y particularmente en naciones que como Colombia han sufrido una guerra continua entre actores que han pasado por encima de los derechos de los individuos.

La pregunta sobre la Educación en Derechos Humanos es el centro de reflexión de todo docente, y de todo ciudadano que entienda que la educación es el centro fundamental de la construcción de tejido social.

Ahora que Colombia está inmersa en el complejo ejercicio de la búsqueda de la Paz, el tema de los derechos humanos es refuerza más su importancia y asume una descomunal trascendencia. Su promoción será un asunto básico para la construcción de un nuevo modelo social que promueva una nación más inclusiva y tolerante.

No es ningún atrevimiento inferir que parte de la difícil situación que vive Colombia es consecuencia del irrespeto a los derechos fundamentales de los individuos y a la negación de aceptar los derechos de los demás. En diferentes espacios que permiten observar la situación “desde afuera” se reconoce que en nuestra nación el respeto de los derechos humanos es una materia de la escuela que ha perdido la dirigencia.

Amnistía Internacional considera que la educación en derechos humanos es un gran aporte para promover la igualdad y atacar las acciones discriminatorias. Y como consecuencia fomentar el que la vida de las comunidades sea más democrática. Esta organización afirma que la educación en derechos humanos es una práctica pensada y comunitaria, que alimenta el pensamiento crítico de las personas. Es un insumo para afrontar conflictos sociales y buscar soluciones democráticas.

“La educación en derechos humanos es una práctica deliberada y participativa, destinada a potenciar a los individuos, grupos y comunidades mediante la promoción de conocimientos, habilidades y actitudes coherentes con los principios de derechos humanos internacionalmente reconocidos.” (Amnistía Internacional).

 

Una sociedad que integra en su tejido social los derechos humanos es una comunidad de respeto y de tolerancia. Una comunidad tolerante aleja a los ciudadanos de la violencia y los intereses personalistas. Una comunidad que respeta entiende que no hay diferencias por razones de etnia, orientación sexual, preferencias políticas o creencias religiosas.

 

La intolerancia es foco de la inequidad y ésta es el principio de la violencia.
La educación en derechos humanos es un ejercicio que enseña a los miembros de un grupo social a ser tolerantes y respetuosos de las diferencias (de todo tipo), y debe promover las buenas relaciones y la amistad. Ayuda a formar ciudadanos críticos y autónomos. Es un esfuerzo importante para fomentar el cambio de actitudes.

 

“Como proceso a medio y largo plazo, la educación en derechos humanos pretende desarrollar e integrar las dimensiones cognitiva, afectiva y actitudinal de las personas, incluido el pensamiento crítico, en relación con los derechos humanos. Su objetivo es la creación de una cultura que promueva el respeto por los derechos humanos y la acción en la defensa y promoción de estos derechos para todos.” (Amnistía Internacional).
El primer artículo de la Declaración de Naciones Unidas sobre la Educación en Derechos Humanos propone que todo ciudadano tiene derecho a estar informado sobre sus derechos y libertades fundamentales. Así mismo tiene el derecho a ser ilustrado y formado en todo lo relativo a los derechos humanos.

 

Artículo 1

  1. Toda persona tiene derecho a poseer, buscar y recibir información sobre todos los derechos humanos y las libertades fundamentales y debe tener acceso a la educación y la formación en materia de derechos humanos.
  2. La educación y la formación en materia de derechos humanos son esenciales para la promoción del respeto universal y efectivo de todos los derechos y las libertades fundamentales de todas las personas, de conformidad con los principios de universalidad, indivisibilidad e interdependencia de los derechos humanos.

 

Si bien este debe ser el primer paso, el que busca que los ciudadanos conozcan sus deberes y obligaciones, tal vez lo más importante es que un ejercicio de educación en estos asuntos debe finalmente ir creando una conciencia y consecuentemente una cultura y un ambiente social basado en el respeto a la diferencia, en la tolerancia y en la aceptación de que el “otro” es tan importante como el “yo”, independientemente de su sexo, etnia, posiciones políticas o creencias religiosas.

Como profesor universitario durante cuatro décadas he visto que a las universidades, y particularmente a las públicas, llegan estudiantes de los más inhóspitos rincones de la nación lo que me ha permitido observar que el tema de los derechos humanos es algo exótico y extraño para sus comunidades. Pero cuando estos estudiantes conocen y comprenden sus derechos, y los de “los otros”, y los involucran en sus vidas sociales y profesionales, se convierten en vehículos de transformación para sus comunidades.

Cuando el estudiante, esto es el futuro ciudadano en toda su dimensión, siente que vive en una sociedad incluyente, se convierte en un ser tolerante capaz de aceptar la diferencia y de respetar al otro.

Cuando el ciudadano comprende que el mundo no se divide en dos extremos, por ejemplo blanco y negro, y por el contrario acepta que hay muchos matices de vida y de pensamientos, por ejemplo que hay muchas tonalidades de gris entre los dos extremos, se convierte, como consecuencia, en un vehículo de cohesión social y, en otras palabras, en un actor para la construcción de paz.

Uno de los retos del postconflicto será la educación para la inclusión de muchos ciudadanos que han estado alejados de las aulas y que requieren de una capacitación en una profesión u oficio que les permita integrarse a una nueva sociedad.

Esta nueva sociedad deberá estar preparada y abierta para entender y comprender los derechos humanos en toda su dimensión y por tanto los diferentes actores del sistema educativo deben emprender acciones para estudiarlos y promoverlos a través de una gran cruzada que se refleje en un Plan nacional en la educación de los derechos humanos.

[author] [author_image timthumb=’on’]https://alponiente.com/wp-content/uploads/2014/12/Diego-German-AL-Poniente-e1418367403784.jpg[/author_image] [author_info]Diego Germán Arango Muñoz Ingeniero Administrador de la Universidad Nacional de Colombia Psicólogo, de la Universidad de Antioquia Administrador Turístico, del Colegio Mayor de Antioquia. Especialista en Mercadeo, de le Universidad Eafit. Especialista en Investigación Social, de la Universidad de Antioquia. Profesor de la Universidad nacional de Colombia desde 1977. Profesor invitado a 35 universidades hispanoparlantes. Consultor en Marketing para más de 350 compañías. Director de más de 3,500 investigaciones empresariales en el campo del Marketing. Leer sus columnas.[/author_info] [/author]

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