Del PSOE a PODEMOS: el trasvase

Pablo Iglesias, Podemos

«Son preguntas que valdría la pena dilucidar, aún a riesgo de importunar a quienes no ven más allá de la punta de sus narices y no tienen otra preocupación que la de apuntarse a los procesos electorales. Mientras no clarifiquen sus verdaderos propósitos, ninguna unidad será posible. Como bien dice el refrán, más vale solo que mal acompañados.»

Antonio Sanchez Garcia

Antonio Sánchez García @sangarccs

 

Uno de los más peligrosos escenarios políticos españoles comienza a hacerse realidad: el trasvase del PSOE hacia PODEMOS y la radicalización y polarización de la sociedad española entre izquierdas y derechas. Con una víctima de graves consecuencias: el debilitamiento del centro y el desangramiento de la voluntad unitaria del electorado español dominante desde la transición.

 

No es de alegrarse. Sobre todo porque supone la pérdida de conciencia histórica y el acrecentamiento del oportunismo político en factores claves de la élite política española. En esa operación trasvase, ahora en curso, destacan dos importantes figuras del PSOE: José Bono, ex presidente de Castilla La Mancha y ex ministro de defensa durante la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero y el mismo Zapatero, presidente de España durante toda la década que sucedió a Aznar y a la fructífera presidencia de Felipe González, factores esenciales de la redemocratización española. Zapatero y Bono han pasado del coqueteo con el castrochavismo directamente a los hechos: sus hombres ya corren, bajo sus órdenes, a integrarse a la organización de Pablo Iglesias.

 

Imposible desconocer sobre dicho fenómeno el efecto del chavismo y la radicalización política que hoy se vive en nuestra región a partir de su influjo y financiamiento, gracias a los cuales la izquierda radical ha logrado establecer su hegemonía sobre el Atlántico y el Pacífico de Suramérica. Y desde Venezuela terminar controlando los gobiernos de Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Bolivia y Ecuador. Más una influencia determinantes sobre los países centroamericanos y Colombia, como se deja ver en todos los organismos multinacionales.

 

Como hemos venido insistiendo desde hace años, tal hegemonía ha obedecido a la perfecta implementación de una estrategia de dominación continental fijada a través del Foro de Sao Paulo por Fidel Castro y Lula da Silva en 1992, con el aval de la ideología bolivariana aportada por Chávez y sobre todo de los inmensos recursos financieros de la renta petrolera cedidos graciosamente por Hugo Chávez a Cuba para apuntalar su política injerencista desde el momento en que obtuviera el gobierno, en 1998. Así como por el debilitamiento y la práctica desaparición de la presencia de los Estados Unidos, asediados desde el atentado a las Torres Gemelas por el islamismo talibán, aliado asimismo de la política forista latinoamericana. Una tenaza cuyos efectos han sido devastadores y que ya asoma su influjo en Europa, con el triunfo del radicalismo en Grecia y el amenazante fortalecimiento de PODEMOS en España.

 

Visto desde Venezuela, vale decir: visto desde las últimas consecuencias de la acción devastadora de la izquierda radical – o lo que a ella se asemeje, como el peronismo kirchneriano, el lulismo y el bacheletismo – sobre nuestras naciones, la deriva autoritaria de sectores del PSOE empujados a los brazos de Pablo Iglesias por la seducción del oportunismo y la veleidad de sus masas de respaldo no puede menos que provocar hondas preocupaciones. El castrochavismo parece lejos de encontrarse de retirada.

 

Ante hechos tan peligrosos para el orden y la paz mundial cabe preguntarse por el significado de la reacción de la MUD a la tardía y débil decisión del gobierno Obama por responder a la creciente amenaza del gobierno venezolano a la seguridad de los Estados Unidos. La carta del gobernador del estado Lara rechazando dicha decisión, respaldada inequívocamente por los partidos dominantes en el seno de la MUD, ¿obedece al mismo oportunismo que hoy manifiestan los personeros del PSOE echándose en brazos de Pablo Iglesias? ¿Desemboza la naturaleza equívocamente democrática de quienes anteponen su ambición de Poder a cualquier consideración de orden ideológico, trascendente, como la lucha por la libertad y la justicia? ¿Demuestra la cercanía de posiciones políticas aparentemente antagónicas y la decisión de terminar por asfixiar la sobrevivencia de los sistemas democráticos antes que enfrentar a quienes llevan años hechos a la tarea?

 

Son preguntas que valdría la pena dilucidar, aún a riesgo de importunar a quienes no ven más allá de la punta de sus narices y no tienen otra preocupación que la de apuntarse a los procesos electorales. Mientras no clarifiquen sus verdaderos propósitos, ninguna unidad será posible. Como bien dice el refrán, más vale solo que mal acompañados.

AUTOR: Antonio Sánchez García – @sangarccs

Antonio Sánchez Garcia

Historiador y Filósofo de la Universidad de Chile y la Universidad Libre de Berlín Occidental. Docente en Chile, Venezuela y Alemania. Investigador del Max Planck Institut en Starnberg, Alemania

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