¿Cómo influiría Latinoamérica en el conflicto ucraniano?

Europa del Este ha sido durante el siglo XX hasta la actualidad un epicentro de conflictos de gran envergadura, destaquemos  el conflicto serbo-bosnio de 1992, la ocupación soviética de Praga y Budapest  durante la guerra fría, el atentado  contra el archiduque  austriaco Francisco Fernando  que desencadenó  la primera guerra mundial y en nuestra historia reciente ocuparon las páginas de los diarios la independencia del Kosovo serbio y el conflicto ucraniano. Lo curioso sobre estos conflictos mencionados es que han sido por norma general resueltos por la acción o cooperación de los países pertenecientes a Europa, otorgándosele un papel segundario a la comunidad internacional, la cual se ha mantenido generalmente al margen de los conflictos europeos -a excepción podría decirse de Estados Unidos- influyendo poco en el comportamiento de los mismos.

El conflicto ucraniano el cual  en mi opinión empezó con el conocido “Europamaidán”  cuando miles de jóvenes ucranianos salieron a manifestarse contra el presidente de ese entonces Viktor Yanukovich por su negativa a firmar el acuerdo de asociación con la Unión Europea, contiene una particularidad en la reacción que ha generado en la comunidad internacional, pues junto a las ya tradicionales sanciones políticas, económicas  y diplomáticas contra Rusia por parte de la Unión Europea y Estados Unidos, ha venido la inclusión de Latinoamérica como variable en el enfrentamiento.

Uno de los objetivos reiterados en los paquetes de sanciones propuesto hasta ahora por la Comisión Europea es lograr un aislamiento paulatino de Rusia frente a la comunidad internacional, ya sea cortando sus principales proveedores de capital o bloqueando cualquier tipo de medida  a favor de ese país en los escenarios internacionales; estos objetivos si bien más a largo plazo que corto, fueron contestados por el gobierno de Putin cuando declaró un cese de importaciones a productos provenientes de la Unión Europea. Según Natalya Zubarevic directora de programas regionales del Instituto Independiente de Política Social con sede en Moscú, en una entrevista al País de España, esta medida supuso a la economía rusa verse afectada principalmente en las grandes urbes ante la ausencia de determinados bienes importados ( principalmente alimento ) de la Unión Europea, cosa a la que se le ha unido el bloqueo por parte del grupo europeo a la venta de maquinaria extractiva a Rusia, colocando a un importante motor económico de ese país en una situación crítica.

Si bien podría decirse que el país más grande del mundo se encuentra acorralado por sus vecinos europeos, la réplica diplomática del ejecutivo ruso ha agarrado a más de un gobierno europeo desprevenido, en tanto poco después de impuesto el bloqueo a las importaciones europeas, Putin invitaba a los países latinoamericanos (posiblemente refiriéndose a sus aliados más cercanos como el ALBA, Brasil, entre otros) a entrar en acuerdos económicos sobre los sectores cerrados a los productos europeos.

Este contacto con Latinoamérica no es algo nuevo en la historia rusa post-comunista, antes de la crisis ucraniana el país euroasiático se encontraba ya con numerosos acuerdos versados  en materia armamentista con Venezuela y Nicaragua, así mismo dispone de un diálogo continuo con Brasil al ser ambos países miembros del BRICS (la conglomeración de países emergentes más importantes del mundo). Lo que sí es nuevo es la relevancia dada por Putin a Latinoamérica con el fin del lograr un mayor aguante en el conflicto con Ucrania. Esto a pesar de haber pasado prácticamente inadvertido entre los medios de comunicación tiene gran importancia al mostrar tres señales valiosas, 1) Rusia reconoció de manera tácita no tener la suficiente capacidad económica para mantenerse en el conflicto por mucho tiempo, pues ante la escasez de varios productos de consumo reiterado, la economía poco a poco empezará a generar inflación, traduciéndose en un descontento ciudadano; 2) Putin parece no tener mayores amigos en sus fronteras inmediatas o simplemente no encuentra en otros países asiáticos o africanos la capacidad de aporte a su economía, esto es un indicador de relevancia, por tanto demuestra la oxidada maniobrabilidad diplomática de Rusia como potencia regional e internacional ; 3) El gobierno Putin ha otorgado a Latinoamérica un importante papel, el cual según las decisiones de la región, podría eventualmente implicar el desacelere del conflicto ucraniano.

La región entonces tiene dos vías, aceptar a Rusia como nuevo mercado potencial el cual permitirá a muchos países mantener su racha de crecimiento  a consta de generar un malestar mayor al ya dado en el bloque europeo, o por el contrario negarse a prestar el apoyo a este país, provocando lentamente un retiro de los rusos en Ucrania ante el inminente desacelere económico causado por la falta de proveedores.  Varios gobiernos latinoamericanos como el chileno y brasileño han recibido de muy buena manera la propuesta, lo cual podría sentar un precedente para los demás Estados en vista de ser estas las principales potencias económicas de la región, sin embargo hasta el momento poco se ha concretado, pero el papel a desempeñar por parte de nuestra región en el conflicto dista mucho de ser irrelevante y lejano.

[author] [author_image timthumb=’on’]https://alponiente.com/wp-content/uploads/2014/12/alejandro.jpg[/author_image] [author_info]Alejandro Rodríguez Gonzalez Estudiante de Derecho y miembro del semillero sobre Derecho Internacional público en la Universidad Eafit. Interesado en temas internacionales y estudio de conflictos. ​Lector apasionado de la historia mundial y nacional. [/author_info] [/author]

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