Colores, drogas e inteligencia artificial

Autor: José Miguel Arias Mejía.

Entre las muchas cosas que encuentro a diario en Internet, me sorprendió encontrar esta semana dos temas con nada en común pero a partir de los cuales puedo hacer una sola reflexión.

El más reciente fue un post sobre Bryan Lewis Saunders, un artista estadounidense al que le dio por dibujarse a sí mismo. Ninguna novedad tiene el hecho de que un hombre se haga autorretratos, pero lo particular de su caso es que Saunders decidió hacer cada dibujo bajo el efecto de una sustancia psicoactiva distinta. Debido a la cantidad de drogas que se “metió” y a la alta frecuencia con que las consumía, llegó a ser hospitalizado por un daño cerebral, afortunadamente reversible. Después de ese episodio, decidió bajar la intensidad con la que hacía las imágenes, pero continuó con su proyecto.

Desde mi perspectiva, las imágenes son escalofriantes. Aunque me parece muy curioso ver como un consumidor de drogas percibe el mundo cuando está bajo los efectos de estas sustancias; me generan un sinsabor ya que en ellas se percibe como el ser humano renuncia temporalmente a su condición de animal racional para experimentar sensaciones ficticias, sin sentido y, en algunos casos, realmente tenebrosas.

Comparto a continuación los retratos elaborados con algunas de las drogas más comunes en nuestro medio.

Alcohol:

alcohol

Cocaína:

cocaina

LSD:

lsd

Marihuana:

marihuana

Heroína:

heroina

Paradójicamente, antes de ver estas “obras de arte” psicodélicas hechas por el ser humano en sus peores condiciones; había estado leyendo un poco sobre algo llamado ‘incepcionismo’, lo cual me tiene asombrado.

El incepcionismo es un proceso que está desarrollando Google con su tecnología de inteligencia artificial por medio de redes neuronales artificiales que simulan el sistema nervioso del ser humano. Las redes funcionan como auténticas neuronas que comparten información entre sí y en el proceso se van entrenando, aprendiendo y diferenciando. Ya podían reconocer el contenido de las imágenes de internet y clasificarlas, reconocer la voz de un usuario y lo que quiere decir. Ahora dicha invención ha sido puesta a prueba de otra forma: se le pide que interprete una fotografía o imagen ya existente con base en lo que ha aprendido.

 

De tal forma, podemos ver el pensamiento de estas máquinas tal y como transcurre por sus neuronas artificiales. Puede sonar a ciencia ficción y tal vez en un principio no comprendamos plenamente de qué se trata, pero en síntesis las imágenes que vamos a ver a continuación son lo que pasa por la “cabeza” de un computador:

paisaje
deepdream

depdream2

deepream3
deepdream4
deepdream5
deepdream6
deepdream7

Muchas imágenes las transforma en pagodas y animales, aparentemente porque es con fotografías de estas cosas con las que estas redes neuronales son entrenadas. Dicha tecnología, como podemos ver, apenas está naciendo y por lo tanto tiene numerosos defectos. Por ejemplo, cuando le piden a la máquina que construya una imagen de unas pesas, las dibuja con lo que parecen ser brazos sujetándolas. Esto se debe a que la mayoría de las imágenes que ha visto de pesas contienen el brazo de quien las alza.

Lo que me llamó la atención de ambos temas no sólo fue la mezcla de colores y formas, sino el hecho de que la inteligencia artificial, aún en sus primeros pasos, es capaz ya de crear imágenes bastante similares, e incluso más bellas, que el ser humano cuando se degrada a sí mismo con el consumo de sustancias psicoactivas.

¿Llegará el día en que la inteligencia de las máquinas supere a la nuestra y nos desplacen por completo de nuestros trabajos y posteriormente de la faz de la tierra? Es posible, pero viendo como las máquinas se superan mientras los humanos nos degradamos, he llegado a pensar que incluso podría ser mejor para la humanidad y para el planeta que en el momento adecuado demos el paso al costado y dejemos todo a ellas como nuestras herederas, o que aprovechando la inteligencia artificial, la robótica y la ingeniería genética de algún modo nos fusionemos con ellas. Sería una idea descabellada, pero no tanto como el “arte” que pinta el ser humano con medio gramo de cocaína encima.

 

Autor: José Miguel Arias Mejía.

Editor

Editor general de Al Poniente. El contenido de esta columna es de propiedad de su autor, y no necesariamente refleja las opiniones del equipo editorial de Al Poniente.

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