¿Cerca o lejos de la realidad?

Nuestro país hace honor con creces a aquel aforismo de Gabriel García Márquez según el cual “en Colombia la ficción supera a la realidad”Vamos a algunos hechos:

  1. Hemos alcanzado los seis años de un gobierno inverosímil, por el insalvable obstáculo entre sus promesas y sus realizaciones, entre lo que dice y lo que hace.
  2. Unas “cartillas” perversas que -al igual que un paro que en boca del Presidente jamás existió- no sólo sí acabaron existiendo y siendo lo que se denunció que eran por iniciativa de la Ministra que decía que jamás fueron, sino movilizando en masa en todo el país a los padres de familia, a los rectores de las instituciones educativas y a los representantes de las instituciones sociales que aún se preocupan por la salvaguarda del bien común.
  3. El resultado de un plebiscito -que por definición es una expresión soberana del pueblo-, le es arrebatado al pueblo en nombre del mismo pueblo para implementar lo contrario a la decisión de ese pueblo. Y todos tan desconcertados viendo hacer, como si de ello pudiera esperarse algo bueno por el hecho de que haya un dudoso y cuestionado Nobel de por medio.
  4. Un final de noviembre y un inicio de diciembre no sólo trágicos sino espantosos: desde los escándalos de la campaña para la reelección Presidencial que dejaron a un honorable candidato denostado, los de corrupción que involucran a un Senador del propio riñón de Santos, la muerte de una pequeña con un extraño artilugio terrorista al que han denominado “balón-bomba”, el asesinato selectivo de policías y soldados así como el de una niña de tres años acallados en nombre de la paz, hasta el accidente aéreo que cobró la vida de 71 personas y el vil abuso y asesinato de la niña Yuliana Samboní.
  5. Por si fuera poco, el asesinato del testigo estrella del escándalo de corrupción de los recursos de la educación en el Departamento de Córdoba y la extraña muerte -con nota póstuma aneja- del vigilante del edificio en donde fue hallado el cuerpo de la niña abusada.

Estos son algunos de los hechos que conforman la materia prima de una sociedad enferma, y que ameritan una aproximación socio-patológica por parte de los expertos.

[divider][/divider]

De la Filosofía Clásica aprendimos una distinción fundamental: La Verdad es la adecuación entre el entendimiento y la realidad; entre la inteligencia y la cosa en sí, cognoscible; entre el intelecto (“Intus ledgere”) y la esencia de las cosas. No es una creación, ni una versión. Es una aproximación del ser que piensa hacia el ser que existe, y que distingue claramente las cosas de los fenómenos.

En la Sociedad Moderna surgieron extremos como el subjetivismo y el racionalismo. No obstante, ésta privilegió la visión de una realidad plena de sentido, que cada uno descubría y al que podía acceder mediante un esfuerzo significativo; este empeño proveía la voluntad para la búsqueda de sentido, y contribuía a afianzar una identidad propia para aprender a afrontar la existencia personal y la vida en general.

No obstante, el abandono gradual de la metafísica ha resultado en una pérdida casi absoluta del sentido. El subjetivismo es hoy la pauta vital de conocimiento, y el relativismo la actitud valorativa básica y cardinal, como bien lo expresó poéticamente Campoamor:

«En este mundo traidor
nada hay verdad ni mentira,
pues todo es según el color
del cristal con que se mira».

La era Posmoderna prometía el abandono de los excesos anteriores y una vuelta a lo esencial. Pero como acertadamente indicó el cardenal Giacomo Biffi, hoy asistimos a una crisis de la razón:

«Tal como he dicho en repetidas ocasiones, el problema más radical a consecuencia de la descristianización no es, en mi opinión, la pérdida de la fe, sino la pérdida de la razón…».

Y apostilla:

«La alternativa de la fe no es, en consecuencia, la razón y la libertad de pensamiento […], sino […] el suicidio de la razón y la resignación a lo absurdo»[1] (Subrayados nuestros).

La sociedad ha dado un traspié: ha renunciado al sentido, a la voluntad, al vigor, a la lucha. Ha llegado a la exaltación del absurdo y ha cedido al “carpe diem”, a la gratificación momentánea. Al creer en cualquier cosa que sustituya el esfuerzo de pensar, de asumir y de afrontar la realidad con todas sus demandas y exigencias, ahoga la responsabilidad por las propias decisiones.

Hoy las personas se despersonalizan renunciando a la propia identidad, y sustituyéndola con identificaciones transitorias, migratorias y sucesivas. Hoy “somos” una cosa: “Je suis Charlie…”, y mañana otra: Chapecoense o Yuliana. Somos espectadores de dramas ajenos, al arbitrio de las emociones, que son lo más efímero.

Necesitamos aprender a pensar nuevamente, a tener sentido común y a rescatar los principios de una recta razón. ¿Qué tan cerca o lejos estamos de la realidad? Como ejercicio, comparemos algunas actitudes, reacciones y palabras ante los más recientes acontecimientos.

Cerca de la realidad:

  • Los sentimientos y manifestaciones de indignación ante las mentiras, los abusos de toda índole, la corrupción y los crímenes.
  • Los sentimientos y manifestaciones de dolor y de solidaridad ante las tragedias que colectiva o individualmente nos tocan: un equipo de fútbol, un grupo de periodistas, la tripulación de un avión, un grupo de soldados o de policías en servicio, y los niños inocentes.
  • La idea altruista surgida en el seno de un equipo profesional de ceder el título del torneo de manera póstuma al equipo cuyos miembros fallecieron en el accidente.
  • Rendir un acto solidario de homenaje a las víctimas de la tragedia y a sus familiares.
  • Renunciar a la gratificación inmediata del bullicio con motivo del inicio de diciembre, y ceder paso a un silencio reflexivo y respetuoso en consideración del dolor ajeno.
  • Registrar los hechos y dar cuenta de la manera como una afición y una ciudad entera los asumieron como propios hermanando a otra ciudad y a otra afición en el consuelo del dolor.

Lejos de la realidad:

  • Resentir y señalar como “demagogia” la espontánea propuesta surgida del corazón y del propio seno de los integrantes de un equipo.
  • Referirse con grandilocuencia e imprecisión a las víctimas del accidente, llamándoles “Campeones del Cielo” o diciendo que se está despidiendo a “los héroes”.
  • Aprovecharse de la circunstancia de un crimen atroz para hacer apología ideológica.
  • Decir que no se promueven ideologías, y entregarles a sus promotores la administración de la educación en contraposición con el derecho prioritario de los padres a ejercerla y tutelarla.
  • Pretender que la tranquilidad de una agrupación terrorista equivale a la paz de todo un pueblo.
  • Cálculo y sagacidad para desconocer la voluntad popular expresada en las urnas, imponiendo un embeleco que trastorna y modifica la institucionalidad y la estabilidad democrática de una nación.
  • Condenar el crimen atroz de un particular en nombre de la justicia, y disculpar cientos de crímenes idénticos en nombre de la paz.
  • Viajar a Noruega con una comisión de aplausos pagada, y dejar a todo un pueblo defraudado y ofendido dispuesto a silbar gratis.
  • Decirse “Servidor” del país, de la unidad nacional y de la paz, mientras se insinúa que a quienes piensan de manera contraria “se les debe fusilar”.
  • Decir que se está al servicio del pueblo, mientras en realidad se sirve del pueblo y se incurre en corrupción.
  • Dolerse por el asesinato de una niña mientras se calla el de otra perpetrado por la contraparte durante “las conversaciones”.
  • Gastarse infinidad de recursos buscando apoyo a las iniciativas personales, y no para resolver la crisis de desnutrición y de agua potable en regiones como La Guajira.
  • Presentarse como candidato con un exitoso programa ajeno, y gobernar con la agenda de los derrotados.
  • Hablar de paz y hacer tan poco ante el incremento de la inseguridad y de la corrupción.
  • Prometer y no cumplir.

¿Qué tan cerca o lejos estamos de la realidad? Continúe usted la lista.

[1] En el Prólogo a LAS LEYENDAS NEGRAS DE LA IGLESIA, de Vittorio Messori.

Edwin Botero

Comunicador Social - Periodista, U.P.B.
Estudios de Especialización en Filosofía y Humanismo
Estudios de Maestría en Desarrollo
Diplomado en Doctrina Social de la Iglesia
Experiencia Profesional, Directiva y Docente.

Temas: Política, Social, Gobierno, Educación, Ética, análisis y valoración en diversos temas.