En pleno corazón de Bogotá se materializaba una situación inaceptable para cualquier gobierno, que a unas cuadras de la casa presidencial se violara, torturara y estuviera en cuestión toda legitimidad y legalidad institucional. Para el distrito, es inconcebible que en pleno corazón de la capital de la república la alcaldía fuera incapaz de establecer un mínimo de gobernabilidad en El Bronx.
La inexistencia del orden y la libertad se daban en virtud que la banda de criminales organizados de Gancho Mosco controlaban el sector, incluso mediante francotiradores, el uso de metralletas y distintas armas cortas. Ex habitantes de este lugar expresan que dicha mafia podría producir 500 millones de pesos diarios, en la que fuese la mayor olla de Bogotá. Su poder era tal, que para evitar el operativo, donde ingresaron 2500 integrantes del ejército y la política, ofrecían 80 millones de pesos a quien filtrara información.
En razón de las múltiples ilegalidades condensadas en El Bronx, la alcaldía de Enrique Peñalosa decidió realizar una intervención, preparada desde hace 4 meses. El distrito, abogó por emplear policías de otras zonas del país, en orden de evitar filtraciones. Logrando, de este modo, rescatar los niños abusados en esta olla y dando el primer paso, esperamos, para terminar con el descuartizamiento, asesinato, fusilamiento y tortura que se presentaba en pleno centro de Bogotá.
Aplaudimos la iniciativa de extinguir dominio a los lugares dedicados al terror e intervenir decididamente para asegurar la protección de los derechos humanos. El Estado tiene que terminar con estos sitios donde la legalidad es inexistente, puesto que la vida está en jaque y la libertad coaccionada. El reto es amplio, pasa por mantener el dominio del Estado sobre estas zonas, el acompañamiento social y humano a las personas afectadas por las actividades delincuenciales y la renovación urbana de El Bronx.
Se han presentado argumentos en contra, puesto que intervenir El Bronx implica abrir la olla, a modo de caja de pandora, y visibilizar una serie de problemáticas. Sin embargo, A Pensar de Todo se pregunta, ¿es políticamente correcto condensar en el corazón de Bogotá una serie incalculable de ilegalidades o debemos de apuntarle a intervenir decididamente estas zonas y recuperar el espacio para la ciudadanía?
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